Por Natalia Lueje
Los chinos, que siempre tuvieron una visión del mundo totalmente dinámica además de un agudo sentido de la historia, tenían plena consciencia de la profunda relación existente entre la crisis y el cambio. La palabra china para crisis –we-ji– se compone de los términos correspondientes a peligro y oportunidad. (Capra, p. 13, 1992)
Me remito a hacer una diferenciación entre Economía Ambiental y Economía Ecológica para situar el análisis de una caso ante todo dantesco. Mientras que la Economía ambiental otorga netamente valores crematísticos a los “recursos naturales”, y se refiere a conceptos como “capital natural” y “capital natural crítico”, la economía ecológica, en una propuesta más integrativa de valores no meramente pecuniarios, otorga también valores simbólicos, culturales, y reconoce la complejidad de los equilibrios dinámicos e interconectados de los ecosistemas.
Conocer el proyecto minero Mirador es como revisitar las películas de Werner Herzog, la conquista por el Dorado en “Aguirre, la Ira de Dios”, o “Fitzcarraldo”, tratando de domar la exuberancia de la naturaleza en lo que es LA reserva de vida más importante del Planeta, la Amazonía. El problema: los titulares de Mirador (la mina de cobre más grande del Ecuador) son chinos. Propongo una hipótesis arriesgada; ellos no se auto perciben como coloniales en su relato de cooperación Sur-Sur.
Mirador está situada sobre el poblado de Tundaymi(e), una localidad habitada por población indígena Shuar y ex campesinos tradicionales desplazados por la descomunal presa de relave de Mirador, que ostenta el triste récord de ser la más grande del mundo.
Vengo de Chile, uno de los países más mineros del mundo, pero donde no tenemos clima tropical ni subtropical. Con esto no quiero decir que la mega minería no tenga sendos impactos en nuestros desiertos y montañas. Sin embargo, fue muy chocante ver megaminería en bosques siempre verdes multiestratos en la Amazonía.
Resulta que ahora el cobre es considerado un mineral crítico para la transición energética por las clases dominantes de países del Norte Global y, aunque China no se autodefina como Norte Global, en la práctica sus políticas de desfosilización tienen una huella oculta en las economías subordinadas de América Latina, África y Asia que es igualmente colonial.
La mina Mirador se ha desarrollado desplazando poblaciones tradicionales a fuerza de cañón, con desalojo por las fuerzas armadas de propietarios de fincas donde actualmente se encuentra la relavera. Los expertos en tranques de relave enfatizan que esa presa tiene altos riesgos de colapsar por una serie de razones, no se sabe cuando, pero que arrasaría con los poblados aledaños haciendo parecer la tragedia de Brumadinho en Brasil como un evento menor.
¿Podemos reemplazar por un momento a Kaus Kinski por un ejecutivo chino? ¿Está esa posibilidad en nuestro imaginario?
¿Someter a las poblaciones locales al despojo, la fragmentación y la deshumanización es plausible en razón de qué? ¿Habrá algún grado de conciencia de la irracionalidad por acaparar recursos, produciendo un daño irreparable en esa reserva de vida? ¿Es acaso una conciencia irracional que subyace en ese deseo de acumulación y destrucción? ¿Habrá un goce perverso?
Esa presa que crece y crece de forma descontrolada, hipertrófica y aberrante es una forma de psicopatía ecocida que suscita las peores pesadillas que Herzog describe en sus filmes sobre el delirio colonial reificante sobre la Amazonía, pero nos han cambiado al actor principal. Es un protagonista que no podemos comprender ni situar. Sabemos que lo quiere todo pero no se reconoce como un saqueador colonial…¿o si? Hasta cuando nuestros Estados latinoamericanos van a sustentar la lógica, con suerte, de la economía ambiental, de “pasivos” ambientales, para que los beneficios se los lleven extranjeros del otro lado del mundo para seguir fabricando cosas que realmente no necesitamos?
¿Acaso los chinos habrán visto las películas de Herzog? ¿Entenderán toda la herida colonial que existe en la Amazonía? Cuando la vida es tan exuberante, el humano ambicioso pierde sentido, se pierde en sí mismo y eso lo lleva al delirio y a la muerte en nuestra concepción occidental. Sin embargo, ¿qué pasará en la psiquis no eurocéntrica de los empresarios chinos? ¿Cómo comprender el deseo de un chino, una cultura imperial milenaria y oriental? Los chinos van al territorio, construyen y operan la mina y la relavera, tienen sus campamentos, interactúan poco con las poblaciones locales, más allá de eso, quieren/ desean/ necesitan operar todas la minas metálicas y no metálicas que puedan para hacer sus artefactos y dispositivos, ¿qué pensarán del segundo principio de la termodinámica? Su único objetivo será, como ha dicho Manuel Riesco Larraín (seminario de desarrollo capitalista UAHC, 2018), completar el proceso de la acumulación capitalista para hacer la revolución ¿socialista?
Los árboles al lado de la presa lloran de pena; finalmente tener minerales es una tragedia. Es como la maldición del petróleo, según el término que acuñó el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri en 1936, y que refiere a la idea de que la riqueza de este recurso puede ser perjudicial para una nación, convirtiéndola en un país improductivo y dependiente. Ojalá no hubiera nada, que nadie necesitare autos eléctricos ni dispositivos tecnológicos con esa enorme huella ecosocial. Digamos que un árbol muy añoso me habló y me dijo no sólo que sufre, sino también que no comprende este delirio imperial chino y por qué no podemos hacer nada para detenerlo.
La destrucción de la vida comunitaria y de las economías de subsistencia
Lamentablemente estos impactos son habituales en los megaproyectos de inversión, sobre todo en el sector extractivo, por el desplazamiento forzado de las comunidades, la contaminación de acuíferos, la tierra y el aire, y a la asimetría de poder entre empresas y poblaciones locales. Vemos en muchos de estos casos que las personas defensoras del territorio y de los derechos humanos en asuntos ambientales sufren fuertes represalias: difamación, amedrentamiento, hostigamiento e, incluso, amenazas a su vida.. La comunidad, por miedo a éstas, se aleja de las personas que se oponen a los proyectos. Por otro lado, las economía de subsistencia tradicionales, como la agricultura familiar campesina, se torna insostenible en un medio terrestre, aéreo y de acuíferos contaminados, y esas familias, en general, terminan prestando servicios a la propia empresa minera o a sus contratistas, en condiciones precarias. Las afectaciones no son sólo económicas, sino que se pierden saberes ancestrales y formas de vida tradicionales, lo que produce procesos de aculturación y despojo identitario. Esto se traduce en problemas de salud mental y física.
En este contexto, es difícil comprender cómo el relato de “Civilización Ecológica” promovido por la República Popular China se expresa en estas actividades extractivas en nuestra región. Me arriesgo a afirmar que la doctrina de civilización ecológica está anclada a una mirada cosificante de los bienes comunes naturales propia de la economía ambiental. Quizás el ethos chino pueda incorporar en sus bases deontológicas la perspectiva del valor de la naturaleza el los términos que propone la economía ecológica dada su capacidad civilizatoria de adaptarse a los cambios en tiempos de crisis.





