Editado conjuntamente por Latinoamérica Sustentable (LAS) y Sustentarse, examina los impactos socioambientales de las inversiones chinas en la región
6 de mayo de 2024
Los lineamientos “verdes” de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) y los llamados de China a una cooperación de alta calidad no han redundado en iniciativas diferenciadoras que favorezcan un desarrollo sustentable y una transición energética justa en la región. Así se concluye en el libro “A diez años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Desafíos ambientales y sociales de las inversiones de China en América del Sur”.
El libro, editado conjuntamente por Latinoamérica Sustentable (LAS) y Sustentarse, con la colaboración del Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente (CICDHA), fue presentado en un webinario que se realizó el jueves 23 de mayo pasado, en que se analizaron las implicaciones de las inversiones y del financiamiento chino en América Latina en el decenio 2013 -2023. Se trata de un trabajo colectivo que recoge la investigación de diversas organizaciones ambientales y autores sobre las características y los principales hitos de la relación de China con nueve países de América del Sur: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela.
El libro aborda temas como el comercio, el financiamiento y las inversiones chinas, con énfasis en el sector energético, y los impactos de los proyectos chinos sobre los ecosistemas y los derechos de las comunidades en la búsqueda de una transición energética más justa. Se analizaron más de 30 proyectos mineros, de energía e infraestructura con participación china.
Webinario de lanzamiento
El lanzamiento de la publicación sobre la IFR tuvo el objetivo de compartir los principales hallazgos para contribuir a ampliar el conocimiento sobre la relación de China con América del Sur, y promover una reflexión sobre sus desafíos ambientales y sociales en el contexto de la crisis ecológica global y la búsqueda de una transición energética justa.
En el webinario, Diana Castro, subdirectora de LAS, señaló que la IFR -a la que adhieren 22 países latinoamericanos y caribeños- es “una continuidad de la expansión china en nuestra región”. Afirmó que, pese a los cambios en la narrativa de China, al incorporar conceptos como los de una “IFR verde”, la “ecologización” de la iniciativa, y una “civilización ecológica”, los compromisos e intenciones del gobierno chino no se han implementado en los territorios.
A su vez, Ariel Slipak, coordinador del Área de Investigación de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), señaló que la relación China-Latinoamérica se aborda desde el concepto del “consenso de Beijing”, bajo la luz de la teoría de la dependencia, donde este vínculo es asimétrico, coercitivo, destinado a asegurar la seguridad alimentaria y energética chinas, generando o profundizando la injusticia ecológico-distributiva. En el caso de Argentina, dijo, las asimetrías de negociación van en detrimento del respeto a los derechos ambientales. Las inversiones se dirigen a los sectores que generan más conflictividad territorial, vulneración de derechos de comunidades e impactos en la biodiversidad. Por otra parte, carecen de transferencia tecnológica, no crean encadenamientos productivos y generan escasos empleos de calidad. Por otro lado, sostuvo Slipak, el perfil de inversiones y financiamientos de China “se alinea con el tipo de transición energética que denominamos corporativa, y no con el horizonte de transformación socioecológica que hemos planteado”.
El caso de Perú fue presentado por,Alejandro Chirinos, director de CooperAcción quien analizó las actividades empresariales de China en el contexto de la necesidad de inversiones del país. Se refirió a la iniciativa más emblemática -el puerto Chancay-, con una inversión de 3600 millones dólares, y cuya primera etapa se inaugurará este año en el marco del foro APEC. Chirinos se refirió al inmenso impacto ambiental y la transformación de la costa central peruana como consecuencia de la megaobra. Si bien es “una gran oportunidad -dijo- vemos el riesgo de mantener el rol primario exportador, la pérdida de ciertas soberanías estratégicas y dos retos: reducir las posibilidades de afirmar una relación de dependencia y respetar el equilibrio ambiental”.
La situación en Brasil fue abordada por María Elena Rodríguez, del BRICS Policiy Center de la Universidad Católica de Río de Janeiro, en tanto Marco Gandarillas, de LAS, expuso el caso de Bolivia.
Conclusiones
Maia Seeger, directora ejecutiva de Sustentarse y autora del caso de Chile, presentó algunas conclusiones del libro, destacando la enorme influencia de China en el sector de energía en América del Sur. Grandes empresas estatales chinas participan desde hace tres décadas en actividades de hidrocarburos en la región y, pese a los compromisos con el Acuerdo de Paris, siguen ampliando sus negocios en el rubro. Además, en el decenio de la IFR, China se ha involucrado en grandes proyectos hidroeléctricos, muchos de ellos emplazados en ecosistemas frágiles, con graves afectaciones ambientales y sociales, además de problemas constructivos y acusaciones de corrupción.
Seeger señaló que, particularmente en el último quinquenio, desde 2018 -año en que la IFR se expandió oficialmente a la región-, se han registrado gigantescas adquisiciones de empresas eléctricas por compañías estatales chinas, en especial en Brasil, Chile y Perú, y la adjudicación de contratos públicos para la construcción de extensas líneas de transmisión en diversos países, incorporando tecnologías chinas de ultra alta tensión y corriente continua. “Esta situación ha creado un incipiente debate sobre los potenciales efectos del control de China en un sector geoestratégico de tanta importancia como lo es la energía”, aseveró.
En el libro se concluye que las inversiones chinas siguen orientadas a sectores como hidrocarburos, minería, hidroelectricidad y mega infraestructuras, que están muy lejos de un desarrollo sostenible, así como una transición energética justa. “La promesa del gobierno chino de convertirse en líder mundial de un desarrollo limpio e impulsar una IFR ‘verde’ y ‘de alta calidad’ no se ha cumplido en la región”.
La publicación contó con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo y se encuentra disponible para descarga aquí.